jueves, 13 de agosto de 2015

Tu felicidad depende de ti

Hoy hace exactamente un año desde que me decidí a publicar el primer capítulo de este blog, después de darle muchas vueltas al asunto. De hecho pasaron varios días desde que lo termine de escribir hasta que me decidí a publicarlo una vez pasadas las fiestas y, como no podía ser de otra manera, lo publique desde Benasque después de pasar 3 días reflexionando por sus montañas.

A día de hoy no es ninguna novedad publicar un blog y los hay sobre miles o millones de temas, pero en este caso lo que pretendía contar era algo muy personal, no quería hacer daño a nadie y tampoco tenía claro que podía pensar sobre mi quien lo leyera: que estaba un poco 'colgado', que todavía seguía queriendo a mi ex, que tenía afán de protagonismo... la verdad que no lo sé, pero poco me importa ya el que dirán.

Principalmente lo hice por mi, porque necesitaba exteriorizar tantas emociones acumuladas a raíz de vivir una adversidad que me cambió la vida. En un primer momento fueron los peores meses de mi vida, pero ahora mismo pienso que es lo mejor que me ha ocurrido nunca, al menos de lo vivido hasta ahora. La adversidad y la soledad me enseñaron cosas que no se aprenden ni en el colegio ni en el instituto ni en la universidad. Ese hecho fue el detonante, o el interruptor, responsable de cambiar mi manera de entender la vida y los efectos colaterales de ese cambio de perspectiva y de filosofía han sido 'devastadores'. No tengo palabras para explicarlo y si lo intentara posiblemente parecería que estoy para encerrar. Supongo que es algo que solo puede entender gente que haya vivido algo parecido.

He leído muchas cosas intentando entender lo que me había ocurrido porque ni yo mismo lo entendía y sigo sin entenderlo del todo: resiliencia, crecimiento postraumático... No entendía como en cuatro días había pasado de estar tocado y hundido a tener tantas ganas de vivir, tanto optimismo, tanta energía, tantos sueños... Supongo que es algo así como un efecto rebote y que cuanto más abajo toca el balón el suelo más alto puede subir después, pero eso depende de las ganas que tengas de aprender, de mejorar, de vivir y de no rendirte jamás. 

La adversidad me ayudo a reordenar mis prioridades en la vida y la soledad me enseño a conocerme mejor a mi mismo y a confiar más en mis posibilidades. Cuando tienes claro lo que quieres y sabes lo que tienes que hacer para conseguirlo todo es más fácil. Lo que he aprendido en este tiempo no tiene precio e intento transmitirlo a la gente que me importa.

Hace siete meses, coincidiendo con las navidades, escribí en un capítulo anterior que tenía pensados dos posibles finales a esta historia de cambio de vida. Por entonces, uno de ellos ya estaba escrito y el otro pendiente de escribir.

El que ya estaba 'escrito' lo voy a contar en este capítulo, pero el otro (subir al podium de la Trail del Aneto con mis sobrinos) no va a acabar aquí. Los sueños dejan de ser sueños solo en el momento en que te rindes y dejas de luchar por ellos... y tengo claro que ese no es mi caso. Como ya he contado en algún capítulo anterior mi constancia es infinita y es más probable que se suspenda la Trail del Aneto por falta de patrocinadores a que yo me canse algún día de intentar subir a ese podio con mis sobrinos... no sé el año, ni la categoría, ni la distancia, pero así será algún día.

El final que quería contar sabía que no iba a ser fácil y así ha sido. La verdad que tampoco me imaginaba que me fuese a encontrar con tantas y tantas dificultades, traducidas en molestias, lesiones, tratamientos, infiltraciones... me lo cuentan hace 7 meses y no me lo creo. Aprender a gestionar las adversidades te hace más fuerte y te sirve para volver a intentarlo con más fuerza, si cabe. Aunque no he conseguido todavía lo que quería, lo aprendido durante estos meses seguro que me sera muy útil en adelante, al igual que todo lo aprendido durante los meses posteriores a la separación.

Ambos finales estaban relacionados con los dos lugares en los que 'incube' mi cambio de actitud y de filosofía: la Sierra de la Carrodilla y el Valle de Benasque. Me encanta relacionar unas cosas con otras y buscarles algún sentido. No sé si es la vida la que al azar va asignando el sentido a las cosas que haces o mas bien eres tú mismo quien va 'labrando' el camino.

Por la sierra pasé muchas horas reflexionando cómo enfocar mi nueva vida y en Benasque nació mi pasión por las trails que tantas cosas buenas me ha traído. Ambos lugares tienen un papel muy importante en este blog y ya han aparecido en capítulos anteriores.

A raíz de esa apuesta personal importante ('all-in', como se diría en el argot del texas holden) por el deporte, la vida sana, la montaña y las trails, y viendo los efectos tan positivos de los que me iba beneficiando en primera persona, con un gran amigo empezamos a darle vueltas a la idea de organizar en Estadilla una de esas carreras de montaña que tanto 'molaban' y transmitir los valores y los 'efectos' que conllevan.

Pasaron menos de dos años desde que corrí mi primera trail en Benasque hasta que se dio la salida a la primera Trail Sierra de la Carrodilla.

Los meses de trabajo (más de un año) y la ilusión invertida dieron su fruto. Una carrera hecha por amigos y para amigos. Una carrera humilde que no necesita grandes patrocinadores ni tiene grandes aspiraciones sino basada principalmente en el apoyo de la gente cercana y que busca el buen rollo y el buen ambiente por encima de todas las cosas.

Para mi ese día fue como mi segunda 'boda'. Poder reunir el mismo día, y en el mismo lugar, a casi toda la gente que te importa y poder contar con el apoyo y la compañía de familia, amigos de antes, amigos de ahora, amigos de después ... viéndolos a todos esforzarse y disfrutar, unos corriendo, otros colaborando, otros animando... vivir ese ambiente después de pasar tantos días de soledad por esa sierra pateando barrancos y senderos por entonces para mi desconocidos y darme cuenta de la suerte que tengo con toda la gente que me rodea fue increíble.

Hace unas semanas se celebro la segunda edición de la carrera con un notable incremento en el número de corredores, de amigos, de colaboradores y de público en general.

Para mi es una satisfacción enorme ver como hay amig@s que se toman la carrera de Estadilla como 'el objetivo del año', ver que otros le dedican su carrera a familiares, ver a amig@s debutar en el mundo de las trails, ver como muchos fines de semana (o incluso entresemana) hay gente subiendo y bajando de Buñero, ver como amig@s que hace cuatro días me llamaban friky ahora salen a runear todas las semanas o participan en carreras, ver que mi sobrino el pequeño a las zapatillas de deporte de toda la vida las llama zapatillas de 'runing' y que el mayor ya ha ganado alguna carrera. Tengo muy claro que el deporte, la montaña y la vida sana a mí me ha sentado fenomenal en todos los sentidos y por eso intento que se les 'pegue' algo a las personas que me rodean.

Los protagonistas del final de esta historia quería que fuesen mis sobrinos, si o si, y así va a ser. No sé si por coincidencia o por casualidad, mañana será la primera carrera de montaña en la que voy a participar con mi sobrino el mayor, ya que también hay una carrera de jóvenes 'promesas', y el pequeño vendrá solo a animar, de momento. Al final, igual es alguno de ellos los que me suben a mi al podium en lugar de al revés jeje. En el fondo lo que importa no es el podium ni la posición sino la actitud y la ilusión.

Este capítulo pone punto y final a este blog, a un blog que cuenta la historia de un cambio de vida, de un cambio de vida real y vivido en primera persona. Como se suele decir, la realidad supera siempre a la ficción. No he contado cosas de más, si acaso de menos.

En la vida nadie regala nada. Si quieres algo, lucha por ello, ya sea por mantener lo que tienes o por conseguir lo que quieres... y nunca te rindas.

Sé valiente y esfuérzate cada día!!!

P.D. Si alguien pensaba que ya se iba a librar de mi y de mis parrafadas, está equivocado. Le he cogido el gustillo a esto de escribir y ya estoy pensando en abrir otro blog que trate sobre 'vida sana' o algo parecido.

viernes, 20 de marzo de 2015

La importancia de la constancia


A raíz de compartir mis experiencias en este blog, ha habido personas desconocidas que se han puesto en contacto conmigo compartiendo en privado cosas bastante personales, que quedan bajo llave. Otras personas ya conocidas, me han contado cosas que nunca antes me habían contado. Incluso hay gente (unos pocos) que me dice que escriba más a menudo o que me preguntan cuándo publicaré el siguiente capítulo, pero escribir es un 'arma' un poco peligrosa porque el que lo lee lo interpreta desde su perspectiva y manera de ser, en muchos casos muy alejada de la visión de quien las escribe. Las palabras escritas pertenecen a quien las escribió y no a quien las lee. Y tienen un solo significado, el que les quiso dar su autor en ese momento. Las palabras escritas tienen detrás un autor, las que se lanzan al viento ninguno.

Quiero matizar, antes de continuar, que yo no intento ‘enseñar’ nada a nadie, ni dar lecciones, ni nada por el estilo. Me limito a contar y ‘compartir’ experiencias personales que he vivido y que quizás puedan servir de algo a gente que me importa. También quiero matizar que aunque cuente solo cosas buenas, me pasa de todo como a todo hijo de vecino. Mi vida, como la de todos, no es de color de rosa. Además, a quien no le interese lo que cuento, no está obligado a leerlo. Cada uno vive la vida como quiere… o como puede.

Este capítulo va dedicado a una persona muy cercana que está viviendo una situación similar a la que yo viví en su día y espero que sea ‘constante’ y consiga rehacer su vida pronto… aunque casi seguro que 'pronto' no será ni mañana, ni pasado, ni la semana que viene.

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Hoy hace 3 años que tomé una decisión importante. Hoy hace exactamente 3 años desde que me apunté por primera vez a un gimnasio. Era un momento importante en mi vida y tenía muchas alternativas. Hoy que han pasado 3 años creo que fue una decisión acertada y que me ha conducido a un estilo de vida más saludable y feliz en todos los sentidos.

Hoy hace un poco más de 3 años desde que me separe, unos 3 años y medio desde que hice mi única dieta, menos de 3 años desde que hice mi primera 'trail' y casi 2 años desde que fumé mi último cigarrillo.

Podría haber optado por la ‘mala vida’ o por otro tipo de vida, pero tuve la suerte de que me dio por la buena. En estos 3 años han cambiado muchas cosas en mi vida, quizás hasta demasiadas, pero ha existido un ‘factor’ común, y creo que determinante, en todas ellas: la CONSTANCIA. Constante o perseverante son adjetivos que suenan bien, pero insistente o pesado no tanto. Sin embargo, todos son adjetivos muy cercanos entre sí. Quizás a lo que yo llamo constante otros le puedan llamar pesado, pero poco me importa. La constancia yo creo que funciona aunque muchas veces no tenemos la paciencia suficiente para comprobarlo. Es algo de lo que te das cuenta como por sorpresa una vez ha pasado mucho tiempo.

Yo no sabía que era constante, o al menos no tanto, hasta que la vida me puso a prueba y tuve la necesidad de esforzarme cada día durante muchos días y cambiar mi manera de vivir la vida, por necesidad. Pero la necesidad ya pasó hace días y, sin embargo, mi constancia no puede parar, es como si mi mente o mi cuerpo se hubieran quedado enganchados a vivir cada día como si fuera el último, a esforzarse e intentar exprimir cada día al máximo. Es como una adicción a una droga, pero de las duras. No puedo parar porque la vida así ‘mola’ mucho más. Al principio, pensaba que sería algo pasajero, pero algo que persiste después de más de 2 años (el primero no lo cuento) me hace empezar a pensar que igual no es tan pasajero como yo pensaba.

Dos meses después de mi separación, me apunté a un gimnasio y durante estos 3 años, habrán sido pocas las semanas en las que haya pisado el gimnasio menos de 3 días, incluso cuando he estado lesionado. No se trata solo de entrenar o de sudar, sino más bien de desconectar y hacer un poco de vida social. Es algo similar al que pasa por el bar todos los días después de trabajar a tomar una cerveza y a ‘charrar’ un rato. Dicen las ‘malas lenguas’ del gimnasio que tengo menos de un 50% de efectividad, es decir, que del tiempo que paso dentro no sudo ni la mitad… y que el musculo que más ejercito es la lengua. Algo de razón llevan. Igual no sería una mala idea lo de poner una caña en los gimnasios. Al fin y al cabo, un gimnasio y un bar quizás tienen en común más de lo que pueda parecer. Al que yo voy, a veces, lo llamo ‘mi bar’. No tengo nada en contra de los bares, de hecho los piso casi todos los días de la semana, pero no solo tienen cerveza... también 'aquarius'.

Desde entonces han pasado muchas clases de spining, de power, de running, de bosu y hasta de pilates. Muchos monitor@s (alguna más amiga que monitora), muchos estiramientos y muchas gotas de sudor, pero sobretodo han pasado muchos buenos ratos, muchas risas, muchas cenas y muchas nuevas amistades (algunas muy importantes).

La conexión entre cuerpo y mente es brutal: ‘Mens sana in corpore sano’ afirmo que es una gran verdad. Al principio, no sé si era mi cuerpo el que tiraba de mi mente en busca de las ‘endorfinas’ que le obligaran a ‘desconectar’ un rato o mi mente la que se lo pedía. Solo sé que los beneficios del deporte y la vida sana le han sentado muy bien a ambos. En estos 3 años la transformación ha sido notable y lo digo tanto o más por lo interior que por lo exterior. En poco más de 3 años, he cambiado mucho mi salud física: peso 10 kilos menos (la mayoría no los perdí en el gimnasio sino en una dieta expres de un mes), se 'asoman' mis abdominales e incluso parece que he rejuvenecido, pero seguramente lo que más ha cambiado ha sido mi salud mental.

Yo fui al gimnasio más por la parte social que por la deportiva. Yo no fui al gimnasio en busca de músculos ni de abdominales, la verdad es que me preocupaban muy poco. Antes de ir al gimnasio ya practicaba deporte con regularidad, pero de otra manera. Ahora al terminar suelo estirar y antes al terminar casi siempre terminaba en un bar tomando un bocadillo, unas bravas y varias cervezas. 


La finalidad de la foto no es decir mira que tipo tengo, pero una imagen vale más que mil palabras. La moraleja va de que esforzarse intensamente por algo de manera puntual o efímera sirve de poco y al cabo de poco tiempo normalmente de nada. Sin embargo, esforzarse un poco todos los días de tu vida a la larga sirve de mucho, de mucho más de lo que podrías imaginar.

Yo no he llegado a esta situación haciendo grandes esfuerzos, solo he sido constante. Ni me ‘machaco’ en el gym, ni hago abdominales, ni levanto pesas, ni tomo batidos de proteínas, ni paso hambre… solo soy constante. Hacer una dieta estricta se puede aguantar como mucho durante un mes, machacarte 3 o 4 horas al día en el gimnasio se puede mantener como muchos durante otro mes, pero cambiar 3 hábitos insanos por otros 3 saludables supone muy poco esfuerzo y se puede mantener durante toda la vida. Lo importante es ser constante. 

No me refiero solo a hábitos alimenticios de privarte de esto o de lo otro. Yo no me privo de las cosas que me gustan: como los entrecotes, la tarta de queso o los gyntonics. Y no como menos que antes (si acaso más). Me refiero a llevar un estilo de vida más saludable en general: comer más sano (no confundir con comer poco), hacer ejercicio regularmente (si es posible al aire libre) y compaginarlo con el descanso y la diversión. Cuando hablo de ‘hacer ejercicio’ no me refiero solo a correr 20 km sino también a caminar una hora.

Entre mis principales 'esfuerzos' de los últimos tiempos están: hacer 5 comidas al día, beber más agua, evitar la comida basura, tomar el café con sacarina, comer chocolate solo el fin de semana, ir a trabajar andando, comer pan integral, cenar ensalada una noche a la semana, quitarle la grasa al jamón o tomar solo una cerveza viendo un partido de fútbol. Ésta última no la tendría que poner porque la cerveza en sí no me gusta y como no hay ninguna ley que te obligue a tomar las mismas cervezas que pide el que tienes sentado al lado, pues eso... que me da igual que me traten de raro.

El cambio que he experimentado creo que tiene mucho que ver con eso y con que mi nivel de estrés laboral ha bajado notablemente en los últimos meses. El estrés es malo. Desde que me separe, he ido cambiando mi estilo de vida por otro más sano, pero sin renunciar a las cosas que me gustan y tanto a mi cuerpo como a mi mente le han sentado muy bien. Yo lo puse en práctica hace 3 años y ahora mismo ‘flipo’. Correr 20 km con 1000m de desnivel me parece dar un ‘paseo’ y pedalear 40 o 50 km con la BTT dar un ‘voltio’. Eso sin hablar de los beneficios mentales que me ha traído.

Tengo el defecto o la virtud de que cuando algo me gusta me convierto rápidamente en un 'friky' de la materia. En los últimos tiempos, y 'gracias' en parte a la programación tan atractiva que echan por de la tele,  he leído bastantes cosas sobre nutrición, alimentación, salud mental, entrenamiento, hidratación... He descubierto cosas como la 'ventana metabólica', 'el 'entrenamiento cruzado', la 'resiliencia', el 'optimalismo', el efecto de la 'supercompensación' o el 'índice glucémico'. Éste último aún no lo entiendo... ni lo quiero entender porque a mí la pasta no me gusta 'al dente' sino hecha. De lo que leo me quedo solo con lo que me interesa o me viene bien. Un concepto sobre el que he leído algún artículo y me llamó la atención es 'comer en positivo', y una frase relacionada con todo ello que me gusta mucho es: 'Somos lo que comemos, lo que nos movemos y lo que pensamos'. La finalidad no es solo mejorar mi rendimiento deportivo, sino más bien mejorar mi salud y mi nivel de felicidad.

Hacer ejercicio 3 o 4 días a las semana durante 1-1'5 horas todas las semanas del año es mucho más efectivo que intentar hacer lo mismo (dígase una dieta o preparar una carrera) en 2 meses y con prisas, pero requiere de un plazo más largo de tiempo… y de constancia. Además, a sudar yo no le llamo entrenar sino disfrutar y no lo considero una obligación sino una diversión.

Cuando te caes y te levantas, al levantarte eres más fuerte y estás dispuesto a esforzarte más por las cosas y personas que te importan. Los mismos obstáculos los ves más pequeños que antes y la mayor parte insignificantes. Hace 3 años correr 3 km me parecía un calvario y, ahora, correr un maratón me parece hacer un esfuerzo pequeño. De hecho, ya estoy inscrito a una carrera de 100km... Miedo me da no saber parar.

Yo entiendo el gimnasio como una distracción para 'entresemana', pero cuando realmente disfruto es cuando puedo practicar deporte al aire libre por la montaña. Aunque también corra por asfalto, siempre me tirara más el monte (como a las 'crabas') y, para mi, siempre resultará más placentero correr (o caminar) rodeado de pinos, piedras y sarrios. Del 'runinng' lo que más me gusta es la gente que lo práctica y la posibilidad de 'medir' tus avances, pero menos el entorno. Las carreras 'turísticas' para pasar un 'finde' en buena compañía sea donde sea (y de paso, correr un rato) tienen mucho encanto, pero lo de correr por calles y aceras rodeado de varios miles de personas, entre los que corren y los que animan, creo que me cansare tarde o temprano, de lo otro no.

Algo tendrán las carreras de resistencia cuando cada vez hay más gente 'normal' que va a sufrir, sabiendo lo que hay. Para conseguir terminarlas hay que ser muy constante en la preparación y hay que ser muy constante durante la prueba. Yo casi estoy esperando a que llegue la próxima ‘pájara’ porque en alguno de los calvarios que he vivido, estando solo y en mitad de la nada, he vivido alguno de los momentos de lucidez mental más grandes de mi vida… Quizás hasta he llegado a delirar. En esas situaciones, en las que pones tu cuerpo al límite (o un poco más allá), descubres de donde viene esa fuerza que sacas de ningún sitio (al menos, 'conocido') cuando te sientes débil, frágil, vulnerable, tocado, jodido, derrotado, grogui y sabes que tienes por delante no sé cuántas dificultades, en este caso medibles en subidas, kilómetros, y horas. Dudas de si serás capaz de llegar al siguiente avituallamiento o te tendrán que ir a buscar (en helicóptero quizás)… y resulta que terminas llegando no al siguiente avituallamiento sino a la meta. A una meta en la que te están esperando las personas que unas horas antes pasaban por tu cabeza, que te han ayudado desde la distancia y que te han dado la fuerza que te faltaba para conseguir superar todos los obstáculos que te separaban de la meta… de tu meta. Ojala pudiera imprimir todo lo que pasó por mi cabeza durante esas horas (la más larga casi 4!) porque por mi cabeza pasaron ordenadas por prioridad todas las personas y cosas por las que estoy dispuesto a luchar con constancia en la vida. Recuerdo que la lista era larga y que la primera posición está compartida entre dos y uno de ellos dentro de poco me tendrá que esperar cuando hagamos 'running' juntos. Y en la siguiente posición está alguien que tiene mucho que ver con ellos. No es la lista de los '40 principales', con entradas y salidas todas las semanas. Hay personas que sé que estarán en ella toda la vida y sitio para 'alguna' más queda poco.

A lo de las UltraTrails no lo llamo sufrir sino aprender a resistir. Lo bueno de estas carreras de resistencia es que después lo vivido lo extrapolas a la vida real. Y la vida en el fondo es como una 'trail'. Es una prueba larga y dura, tienes muchos obstáculos que superar, tienes ratos buenos, ratos malos, gente que te ayuda, gente que no, un objetivo final, puedes abandonar, a veces las cosas salen como esperas, otras no... y hay que ser constante, sobre todo en los momentos difíciles.

Todo lo que he contado sobre la constancia es aplicable a cualquier ámbito y, de hecho, hace tiempo que la aplico a todos: familia, amigos, trabajo, amor…

Ánimo y se constante.